¿El hito definitivo para la estabilización política? La (otra) lectura sobre las ‘megaelecciones’ en Venezuela
Por Orlando Rangel Y. RT. El viceministro de Políticas Antibloqueo de Venezuela resaltó que pese a las sanciones, su país avanza hacia un clima de crecimiento con grandes inversiones.
El panorama económico, político y social en Venezuela pareciera encaminarse hacia un proceso de estabilización, que podría concretarse con la convocatoria a las elecciones del próximo 21 de noviembre.
El preámbulo de esos comicios se presenta en un ambiente complejo. Por un lado está el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales de EE.UU. contra Venezuela y el esfuerzo de algunos países, como Colombia, por desconocer a las instituciones legítimamente constituidas; y por otro, la suspensión del diálogo entre el Gobierno y la oposición radical, que buscaba establecer las bases de un acuerdo político.
Sin embargo, desde principios de año, diversos analistas han planteado que el peor momento de la economía venezolana ha llegado a su fin, y bajo ese contexto, el Gobierno ha ejecutado una serie de acciones paraencaminarla hacia el crecimiento.
En conversación con RT, el viceministro de Políticas Antibloqueo del Ministerio de Economía y Finanzas de Venezuela, William Castillo Bollé, comenta cuáles son las señales de esa etapa de transición que experimenta el país hacia la ansiada estabilidad.
Paz política y desarrollo económico
«Venezuela vive una paz política extraordinaria en este momento y un clima de trabajo de desarrollo, de crecimiento. Se están abriendo nuevos negocios con inversionistas de varias partes del mundo, incluyendo de Europa y EE.UU.», señala Castillo.
El viceministro asevera que esos recursos son invertidos en el desarrollo y recuperación de la industria y el comercio, con énfasis en el impulso de las exportaciones y la diversificación de la economía no dependiente al rentismo petrolero.
En su criterio, el país experimenta un «momento importante de transición» que está en la búsqueda de la superación del bloqueo, de las sanciones y de la «campaña criminal» de los últimos seis años, que «instrumentalizó un Poder Público para tratar de destruir la democracia al punto de nombrar un gobierno imaginario con el objetivo de saquear los recursos de Venezuela».
El «gobierno imaginario» al que alude Castillo es el del exdiputado opositor Juan Guaidó, quien actualmente no solo controla bienes y empresas venezolanas en el exterior, sino que también ha avalado la confiscación de activos del Estado en EE.UU. y Colombia, como es el caso de Citgo y Monómeros. Sin embargo, el viceministro insiste en que la prioridad de Caracas es seguir defendiendo la propiedad sobre esos recursos, mientras se alcanza «la normalización política, la paz y el diálogo con todos los sectores».
El propósito de esa estrategia que juega a varias bandas es levantar el aparato productivo, en paralelo al diálogo político, una cuestión que ya ha empezado a dar resultados. «Algunos bancos de inversión, en Europa y EE.UU., están hablando de la posibilidad de un crecimiento de la economía venezolana de entre 5 % y 6 % para final de año», señala Castillo.
En ese particular, recalca la progresiva (aunque todavía incipiente) recuperación de la industria petrolera de Venezuela, lo que ha permitido el incremento «modesto» de los ingresos.
La cuestión electoral
Pero más allá de las tímidas señales económicas, Castillo considera que las elecciones regionales van a representar un hito en el proceso de normalización del país, pues considera que tras su realización «no puede haber un resultado diferente» que no sea el inicio de un nuevo clima de gobernabilidad, basado en el «respeto a la diversidad política».
Además, estima que con la entrada formal de la campaña electoral de 30 días, se hará aún más evidente una competencia democrática «entre 70.000 candidatos y candidatas, 65.000 de ellos de los partidos opositores y 5.000 de las fuerzas revolucionarias y el Gran Polo Patriótico», que aspiran a las gobernaciones, alcaldías y concejos legislativos regionales y municipales.
«Venezuela vive una fiesta electoral en paz y en calma, porque así celebramos nosotros cada elección, como una fiesta», afirma Castillo. No obstante, hace una clara diferenciación de la manera en que el chavismo y la oposición se medirán en las urnas.
En el caso de las fuerzas del chavismo, sostiene que sus candidatos están habituados a la batalla electoral y están concentrados en avanzar a la estabilidad del país; mientras que del lado opositor, no solo compiten por los cargos políticos sino por legitimarse ante la población.
«Son ellos –asevera el viceministro–quienes tienen que legitimarse después de ese fracaso espantoso e histórico que significó el intento de derrocar al gobierno en los últimos seis años».
El diálogo en suspenso
El otro punto clave es el diálogo que la oposición y el Gobierno mantenía en México, con miras a un acuerdo político amplio. Sin embargo, en la última ronda se suspendieron las negociaciones por decisión de la delegación gubernamental, en protesta por el «secuestro» del diplomático Alex Saab.
Al respecto, Castillo destaca que esa suspensión «no ha generado cambios ni ningún tipo de respuestas internas», ni siquiera por el ala más extremista de la oposición, lo que le hace ponderar que no tienen deseos de retirar su participación en los comicios regionales.
Lo que sí sucede, comenta el viceministro, es que la oposición ha entrado en una pelea interna «por el control de la política opositora y los recursos económicos de Venezuela en el extranjero», que ha desatado acusaciones cruzadas de corrupción.
Los escollos por superar
Después del ruido ocasionado por las declaraciones del alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, sobre el proceso electoral venezolano, que fueron consideradas como «injerencistas» por Caracas, Castillo recalca que si bien el incidente fue zanjado, aún queda pendiente por «superar las conductas atadas a cierta mentalidad colonial que está desfasada».
El representante del gobierno venezolano resalta que la Misión de Observación Electoral (MOE) estará en Venezuela para «observar, acompañar e incluso a hacer recomendaciones y observaciones críticas, si las llegara a tener», pero que no asistirá «de ninguna manera, para validar, legitimar o certificar la credibilidad de un proceso electoral. Y en ese sentido, apunta: «Eso es así para cualquier Estado soberano».
«La UE y sus expertos electorales lo que pueden aprovechar es de ver cómo se hace un proceso transparente, automático, con voto electrónico, con más de 20 auditorías, saber por qué Venezuela es el país que hace las mejores elecciones del mundo«.
Por esa razón, Castillo asevera que tanto el acompañamiento de la MOE, así como el de la ONU, entre otros observadores internacionales, servirá para dar fe de la fiesta electoral que vivirá Venezuela y del buen clima que hay en el país.