El Ingreso Tardío: Una condena sin delito

Por Luis Holguin Veras. La población, las personas afiliadas, distintos profesionales, comunicadores y múltiples organizaciones sociales han demandado que esta modificación de la Ley 87-01 se realice de forma integral, sin parches y que verdaderamente se centre en el cumplimiento de los derechos

Un afiliado a la Seguridad Social me pidió que escuchara su caso: “He trabajado ininterrumpidamente por más de 40 años, incluyendo largos períodos de tiempo, en los que trabajé en más de un empleador simultáneamente. Hoy tengo 62 años y cuando fui a la AFP en la que estoy afiliado a indagar sobre mi pensión, me dijeron que no tengo derecho, pues no tengo acumuladas las 360 cotizaciones requeridas.”

Sorprendido, le dijo al empleado de la AFP “Pero es imposible que a mi edad yo pueda haber acumulado 30 años de cotizaciones en un sistema que inició en el año 2003”. La respuesta del empleado es muy común en la Seguridad Social y fue calificada por Karl Albrecht como uno de los siete pecados capitales del servicio al cliente: El Reglamentismo. El empleado lo miró con absoluta frialdad y en actitud concluyente, le dijo: “Señor, sólo damos cumplimiento a lo que las normas disponen”. Mi amigo dice que aún recuerda su tono de voz y la actitud insensible del empleado mientras le decía eso, muy seguro de que el afiliado no tenía nada que hacer, todo estaba amarrado en las normativas.

Me dijo que lo único que le vino a su mente en ese momento fue que estaba viviendo una situación similar a la escena de una película que había visto hace mucho, en la que un cazador hacía el recorrido para inspeccionar qué encontraba en las trampas que había armado el día anterior. “Me sentí atrapado en una trampa que se había armado desde hacía mucho tiempo y de la cual no había forma de escaparse. Me sentí tonto e impotente y sólo me preguntaba ¿cómo los dominicanos no nos dimos cuenta antes, de lo que en verdad es este sistema de Seguridad Social, que se nos vendió como la solución a las supuestas deficientes prestaciones que la población recibía?”.

Sus palabras me parecieron sabias. El Sistema Dominicano de la Seguridad Social ha resultado ser una verdadera trampa, diseñada y armada con alevosía, para que ninguna de sus presas pueda escaparse. Es obligatorio caer en ella.

Escuchándolo, pensé en esas trampas en las que se colocan algunas migajas como cebo para atraer a sus presas y motivarlas a entrar o acercarse al dispositivo de la trampa. Y en que hay algunas que no necesitan dar migajas o usar cebos, porque las víctimas tienen la obligación de transitar por la zona entrampada y su captura es inminente, es solo cuestión de tiempo. Nuestro sistema de seguridad social parece ser de este tipo. Es obligatorio y sólo garantiza los beneficios a los negocios insertados en la seguridad social, mientras los derechos de los afiliados son disminuidos, pues se manejan como gastos, resultando ser contrarios a las ganancias de esos negocios. El resultado es que las prestaciones a las personas afiliadas son disminuidas, retardadas o negadas para evitar “gastos” y asegurar las ganancias de los negocios actuantes, que parecen ser la única razón del sistema de seguridad social.

La población puede identificar, de entre los sucesos que ha vivido en salud o en pensiones, situaciones que constituyen trampas premeditadas insertadas en la legislación vigente.

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