Europa. Las puertas giratorias del capital

Geraldina Colotti

Muchas veces hemos tenido la oportunidad de pensar en la pertinente frase de Chávez: “Si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado”. Hoy podríamos añadir: “Si el clima fuera un dron ya lo habrían salvado”. El sistema financiero y el complejo militar-industrial son los motores que utiliza el capitalismo para hacer frente a la crisis estructural en la que se debate. Sistémico es también el mecanismo que, en virtud de la gran concentración de capital, convierte a bancos y empresas en infraestructuras esenciales para el conjunto de la sociedad. Y se debe financiar las consecuencias de sus: de lo contrario -nos dicen- llegaríamos al desastre económico, porque el colapso del sistema financiero provocaría recesión, desempleo y empobrecimiento.

Los hospitales, las escuelas y todo el bienestar social sufrirían. Nadie sueña con cuestionar el absurdo de un modelo que, para dar unas migajas a los sectores populares -pagadas muy caras- debe prever primero la acumulación privada, y no directamente la financiación pública y el verdadero bienestar sociales. Y así, ante la quiebra de Silicon Valley Bank (Svb), la Fed se apresuró a frenar los efectos de la crisis, Ubs adquirió Credit Suisse, y los distintos gobiernos cubrieron los gastos, obviamente en perjuicio de los contribuyentes. Lo mismo ocurre con el aparato armamentístico y los gastos de guerra.

En Italia, declarando ante la Comisión de Defensa de la Cámara sobre temas relacionados con la producción de armamentos y equipos militares, el director gerente de Rheinmetall Italia habló de un cambio «epocal» para integrar la defensa y la industria y las nuevas tecnologías para fines bélicos. Rheinmetall AG es una empresa de la industria de armamento y automoción de Alemania, el principal fabricante de armas del país y el décimo de Europa.

“En solo un año – dijo -, el conflicto en Ucrania vio un consumo de municiones equivalente a por lo menos el doble de toda la producción anual de Estados Unidos y Europa.» Durante el conflicto en Ucrania, en un año explotaron entre uno y dos millones de proyectiles de artillería. La producción anual en EE.UU. ronda los 200.000 proyectiles, al igual que Europa, que prevé invertir 3.000 millones de euros para enviar munición a Zelensky, reponer stocks y aumentar la producción industrial.

Por supuesto, ha señalado el directivo, también hay que evaluar la relación entre costes y resultados, porque un misil tierra-aire de uno o dos millones de euros sirve para derribar drones de pocos miles. Pero, en cualquier caso, la industria italiana de drones va bien, los pedidos industriales crecen y Rheinmetall tiene previsto entrar en la propiedad de la antigua Oto Melara, que Leonardo ha puesto a la venta. Para asegurarse de que todo salga bien, piense en algunos hombres clave, bien ubicados en la política. Es el llamado fenómeno de las «puertas giratorias», un sistema de cambio continuo de roles entre representantes de lobbies y políticos. Por ejemplo, el ministro de defensa italiano ha pasado del papel de representante de la industria armamentística (presidente titular de AIAD, la Fedecamara del sector de defensa que promueve los intereses de la OTAN), al papel de responsable de las políticas estatales en el mismo sector. Pero, antes que él, gobernaron en nombre de las grandes multinacionales, Mario Monti y Mario Draghi.

El primero, al frente de uno de los llamados «gobiernos técnicos», tenía la tarea de hacer el trabajo sucio en nombre de las grandes instituciones internacionales: es decir, aprobar la reforma de las pensiones, una reforma de «lágrimas y sangre» para las masas populares, y empeorar aún más las condiciones de trabajo, destruyendo pieza a pieza las garantías ganadas con la lucha en el siglo pasado. “Nos lo pide Europa”, se ha convertido desde entonces en el estribillo más popular en uno de los países más endeudados de Europa.

Monti fue miembro de la Comisión Europea entre 1995 y 1999, con el cargo de comisario de mercado interior, y entre 1999 y 2004 con el de comisario por la competencia. En 2002, por tanto, cuando aún ocupaba el cargo en la Comisión presidida por Romano Prodi (centro-izquierda), pasó a formar parte del consejo de administración de la consultora internacional del banco Goldman Sachs. En 2011, fue primero nombrado senador vitalicio, y luego Primer Ministro a instancias del entonces Presidente de la República, Giorgio Napolitano (Partido Demócrata).

Incluso el currículum vitae del ex presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Draghi, que encabezó un gobierno de «amplios acuerdos», abriendo el camino al actual (de extrema derecha), no deja dudas al respecto. Draghi, en Italia, fue Director General del Tesoro durante diez años (de 1991 a 2001), luego renunció para pasar a Goldman Sachs. De 2006 a 2011 fue gobernador del Banco de Italia, y jefe del Consejo de Estabilidad Financiera desde la creación del organismo internacional de supervisión (2009) y hasta 2011. Luego pasó a dirigir el Banco Central Europeo hasta su nombramiento como Primer ministro.

El fenómeno de las «puertas giratorias» atestigua cómo los roles políticos se han vuelto ya intercambiables también desde el punto de vista de las afiliaciones, ya que los programas de los partidos del llamado «centro-izquierda» han terminado pareciéndose a los de la derecha, siendo las grandes instituciones internacionales las que finalmente mueven los hilos (“Nos lo pide Europa…”).

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