Las armas biológicas: investigación continua
El desarrollo de
armas biológicas de
Estados Unidos en
Ucrania se conoció ahora y llama la atención en este contexto, apunta Villarroya, pero no es difícil pensar que Washington lleva desarrollándolas desde tiempo atrás y en otros territorios.
Desde una perspectiva militar, uno de los problemas más notorios de las guerras tradicionales es que generan enormes pérdidas económicas y desmantelamientos de infraestructura, lo que detona la ambición de desarrollar mecanismos de violencia que sólo acaben con vidas humanas sin interrumpir el movimiento económico, señaló el filósofo.
Esto facilitaría que los ejércitos triunfantes impongan sus intereses económicos sobre territorios sometidos sin interrupciones al movimiento de operaciones para apuntalar sus ganancias, valoró.
Estados Unidos va a seguir investigando más allá de que le hayan descubierto esos laboratorios», estimó y recordó la implicación del hijo del presidente Joe Biden, Hunter Biden, en
investigaciones biológicas.
«Evidentemente no se hacen estas investigaciones para el bien de la humanidad», criticó, conocimientos que Estados Unidos va a seguir escalando incluso tal vez en su propio territorio.
La
Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería investigar la experimentación con pacientes psiquiátricos que denunció la Defensa rusa, valoró Villarroya, sin embargo consideró que
no se va a hacer nada significativo e incluso que se hará un bloqueo mediático sobre el tema en la prensa occidental.
«Aquí la población no se va a enterar de nada y los gobiernos no van a decir nada, por lo tanto creo que esto va a quedar como va a quedar, en nada, sencilla y llanamente, es una vergüenza atentar contra todo lo que ellos dicen defender pero no va a quedar en nada», recriminó.
Si Rusia denuncia esta clase de violencias occidente encuentra rutas fáciles para descalificar la denuncia, valoró Villarroya y consideró que se necesitaría tener pruebas bastante irrefutables para que el fenómeno fuera atendido de manera real por la comunidad internacional.
Yo confío muy poco en los organismos supranacionales del tipo la ONU, etcétera, porque en el fondo son como los gobiernos: simplemente de los amos del cortijo, que digo yo, y punto, por tanto no se va a mover nada», lamentó.
«El mundo en el que vivimos está montado como está montado y por lo tanto pensar o esperar que los organismos internacionales, que deberían ser los que velen, la ONU, en este caso la OMS, etcétera, etcétera, velen por los intereses de la gente es, con todos los respetos, bastante ingenuo», añadió.