La lección de la historia que el presidente Luis Abinader pasa por alto.

Por Juan Carlos Espinal.

En la década de 1970, los estudiosos de las ciencias sociales y políticas dedicaron mucho tiempo y espacio a la lectura analítica del histórico debate político- filosófico entre el sacerdote Láutico García SJS y el entonces candidato presidencial profesor Juan Bosch.

La mayoría de dominicanos pareció coincidir en que el sacerdote Láutico García mentía a la opinión pública.

La población entendió que detrás del sacerdote existía una estructura mediático política que jugaba un papel obstruccionista representando el lado más conservador de la sociedad pos Trujillo.

Bosch, proponente del punto del punto de vista socio político, en el debate fue explícito al refutar las contra argumentaciones ideológicas del sacerdote que acusaba a Bosch de comunista.

En el debate televisado por cadena nacional, el sacerdote, instrumento refractario de la extrema derecha golpista, baluarte de la infiltración de la CIA en los partidos políticos, no supo distinguir entre la interpretación histórica que sobre la tesis del líder revolucionario Vladímir Lenin Bosch sugería.

Como estrategia de ataque directo del sector más atrasado del país, que incluía el reduccionismo ideológico de los intelectuales al profesor Juan Bosch( en el contexto del debate sobre la el significado político de sus discursos políticos radiales en el entendido de «..que el líder que sabe mantenerse en el poder, sabe gobernar…») las tácticas de la manipulación eclesiástica fracasó.

El sacerdote Láutico García, al verse atrapado, descubierto y avergonzado en público terminó confesando su participación política en la injusta campaña sucia contra Bosch.

La simplicidad de la lógica del pensamiento político libero- conservador de la época sugería que si Bosch apoyaba la tesis de Lenin entonces el profesor debía ser Marxista – Leninista.

En el contexto ideológico y político ambas argumentaciones eran incorrectas.

Es decir, el sacerdote Láutico García estaba comprometido con el golpe de Estado tratando de instrumentar políticamente los medios de comunicación.

Es en nuestra opinión el primer fakenews de la historia política contemporánea.

En el Caribe, el golpe de estado, el uso de la mentira y las campañas sucias son más variados que en América del Sur, por ejemplo.

En las familias de la oligarquía Dominicana pos Balaguer, entre los sectores más reaccionarios de la plutocracia y en amplios segmentos de la población pos Trujillo, el proceso de jerarquización social desempeña algunas funciones burocráticas.

Cuando los problemas de las castas familiares pro golpistas implican el desplazamiento de uno por el otro la sucesión económica patriarcal se pone al lado de la herencia política.

No es lo mismo en los hogares dominicanos de las familias trabajadoras o de clases medias pos Bosch.

El prócer Eugenio María de Hostos ha demostrado que la frecuencia de los golpes de estados y las conspiraciones reelecciónistas de Lilis tenían relación con las dimensiones refractarias de la burguesia.

En las sociedades pos coloniales, en las cuales el vasallaje era mayor y representaba la reacción, el exilió, la tortura o la conculcación, tanto de la zona rural como urbana, los grupos dominantes se encontraban en el ejército, en el partido Dominicano cuando no en el comercio o en todo caso en la burocracia del aparato estatal.

Muchas veces incluso en los templos de las Iglesias.

A medida que la sociedad Dominicana fue cambiando también cambiaron los golpistas.

Cuando más atrasada es una sociedad paradójicamente más reaccionario resulta ser el papel de la Iglesia y aún más conservador y autoritario se vuelve el papel del Ejército.

En la medida en que se politizan las instituciones militares estos intervienen en la política alejándoles del orden jerárquico existente.

Los militares balagueristas 1966-1978 se convirtieron en guardianes del orden oligarca vigente.

En cierto sentido, entre 1966-1986, la participación de los militares en política abrió las puertas a la derecha económica en los partidos para cerrarla a la democracia participativa.

Las intervenciones militares del gobierno de los EU en la política dominicana 1916-1924, 1965 y 1990-1994 reflejan el modo creciente de la baja y pequeña burguesía en su papel político más reactivo después de 1930-1961.

El papel cada vez más protagónico de los militares golpistas de San Isidro en el estado presidencialista pos revolucion refleja la incorporación de las clases bajas urbanas a la economía política.

En el tránsito de un sistema de gobierno tradicional como lo fue el periodo gubernamental 1962-1964 a uno en el cual el poder Ejecutivo ocupa la clase dominante es casi axiomático que se de paso a la incorporación de los militares a los partidos.

El enorme enriquecimiento de los militares trujillistas llevó a los partidos de pos guerra 1962-2000 a impedir que los militares neo trujillistas llegaran al poder mediante alguna junta militar de mentalidad reformista y luego a un régimen civil con la misma orientación.

La experiencia de la dictadura para militar de Balaguer es que una vez que los militares se sienten en el poder los gobiernos tienden a dividirse.

Las camarillas reeleccionistas pos Balaguer 1966-1978, el círculo presidencial pos PRD 1978-1986 y los gobiernos 2012-2020 comenzaron a fragmentarse entre los adeptos a los empresarios civiles y las camarillas político empresariales.

Es habitual que en los cambios de gobierno los adeptos más radicales estén dispuestos a conciliar con los moderados para establecer la distribución política.

En cuanto a las antiguas camarilas presidenciales del Danilismo estas fueron sustituidas por otras camarillas militares.

Los apasionados reeleccionistas quedaron eliminados por los segundos hasta que llegó la militarizacion, la ingobernabilidad politica y el estado de excepción.

El desplazamiento político- económico de las camarillas reeleccionistas presidenciales del período 2020-2024 contempla el hundimiento del gobierno de Luis Abinader, la división del PRM y el advenimiento de un nuevo orden político.

En la era pos COVID-19, la militarización, los 200 mil arrestos en toque de queda, el confinamiento de más de 550 días, el aumento de las ejecuciones extrajudiciales y la descomposición orgánica del gobierno del presidente Abinader refleja la influencia reaccionaria de la política arbitraria de las Fuerzas Armadas.

Pero a la postre refleja el fracaso de la democracia representativa del mismo modo y por las mismas razones que Balaguer se vio forzado a ordenar el arresto de Salvador J. Blanco.

El coronel Cuervo Gómez, por ejemplo, sigue el camino a muchos otros militares golpistas pos Trujillo.

Los militares trujillistas 1930-1961 son vetados por el generalato neo trujillista de los 12 años que por entonces se mantienen consolidando sus futuras camarillas.

En todos los arrestos realizados por la Procuraduría General de la República desde 1986 hasta 2024 ( preferiblemente contra las antiguas camarillas presidenciales de los gobiernos de entre 1978-1986, 2000-2004 y 2020-2024) los interrogatorios admiten y aceptan alguna orden superior o por lo menos presentan algunas de las condiciones específicas de que la represalia política del ministerio público no es contra los intereses de las castas empresariales sino contra quienes ellos suponen que en el ejercicio de sus funciones se lucraron del poder.

En política, las recompensas inmediatas las reciben quienes actúan agresivamente en su interés personal y no quienes tratan de sumar una cantidad de intereses.

El presidente Abinader no lo entendió. Se van.

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