Venezuela: capitalismo rentista y proyecto de cambio (I)

Carlos Dürich.

 

Articular históricamente lo pasado no significa conocerlo «tal y como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro.

  Walter Benjamin, Tesis VI, Tesis sobre la filosofía de la historia.


La emergencia del capitalismo rentista

A todo movimiento revolucionario, parafraseando a Marx, le toca trazar tácticas y estrategias para la lucha desde un escenario histórico que le es legado. Solo a partir del entendimiento de eso que le es legado, que no es otra cosa que su presente histórico, puede convertirse en referente de cambio y en fuerza motora al mismo tiempo de los cambios que ocurren en las entrañas de la sociedad que lo acoge.

La Venezuela que arribaba al final del siglo XX se encontraba atravesada por la más profunda crisis político-social de su historia reciente. El llamado puntofijismo se hundía bajo acusaciones de nepotismo y corrupción, junto con él la democracia representativa era fuertemente cuestionada y deslegitimada públicamente. Sin embargo, este cisma era síntoma de un problema mucho mayor, uno que hasta el día de hoy y muy a pesar del sinfín de advertencias recibidas no comprendemos del todo. Se trataba del agotamiento de una forma histórica de hacer las cosas económicas, el definitivo colapso del capitalismo rentístico.1

Economía política del colapso

Para la economía política lo fundamental al momento del analizar una determinada formación histórico-social es desentramar en un primer momento la trama de relaciones sociales que generan la producción de los recursos excedentarios, es decir la división social del trabajo. Le es imperativo también analizar la posterior distribución de dicho excedente en la sociedad mediante un determinado régimen de propiedad y con este último determinar las formas de reproducción o de acumulación mostrando la lógica del crecimiento económico en dicha formación histórico-social.

En Venezuela históricamente se ha combinado una fuerte concentración de la propiedad de los medios de producción, específicamente la tierra2 y la manufactura3, con un nivel muy bajo de ingreso para las mayorías con exigua capacidad de ahorro. Se promovió así una profunda desigualdad en la distribución de la riqueza producida socialmente, lo que a su vez generó una demanda interna deficiente y constreñida. Venezuela se configuró como un país de masas miserables y de minorías muy ricas.

La dinámica del capitalismo rentista reflejó esta lógica. Aunque el Estado figuraba como el gran propietario de la renta internacional del petróleo (renta en origen), quien termino realmente apropiándose de ella en mayor porcentaje fue la burguesía transnacional y nacional (renta en destino) por medio de los 3 grandes mecanismo de distribución: la circulación de importaciones en el mercando interno y la consiguiente afectación del nivel de precios4 prefigurando monopolios de la importación y distribución; imponiendo la captación de cada vez mayores volúmenes de renta por medio del manejo indirecto de la tasas de cambio5 de la divisa internacional6; y finalmente exigiendo cada vez menor presión fiscal y mayor proteccionismo para sus industrias.7

Como consecuencia de lo anterior, la caída del salario real de los trabajadores, el encarecimiento de los bienes de consumo y las bajas tasas de inversión en el sector privado configuraron el agotamiento del modelo de acumulación del capitalismo rentista.8

Este colapso interno del modelo de producción y reproducción de capital tanto simple como ampliado configuró y sigue configurando las condiciones objetivas de la crisis económica y social venezolana, trastornando en distinto grado y rigor las diferentes clases sociales configuradas bajo el mencionado modelo histórico-social.

Parafraseando a Lenin, solo una crisis de la nación entera, donde las capas inferiores de la sociedad ya no soportan vivir bajo el modelo antiguo de reproducción y donde sus élites ya no pueden configurar el dominio que ejercían sobre ellas bajo ese modelo, hace posible una revolución. Ante tal nivel de confusión solo las vanguardias organizadas son capaces de configurar proyectos emancipadores, con la firmeza y audacia necesaria que respondan a una emergencia histórica de tal naturaleza.

Esta emergencia histórica obligó al planteamiento de nuevos modelos nacionales de desarrollo. En un primer momento las clases dominantes y fuertemente conectadas con el mercado mundial plantearon la anexión al modelo neoliberal, proyecto auspiciado y promovido desde el norte hegemónico global. Este modelo termino imponiéndose circunstancialmente en Venezuela durante los años 90. El neoliberalismo por lo tanto se presentaba como alternativa a este agotamiento. Obviamente alternativa antipopular y elitista, pero alternativa al final.

En adelante toca clarificar la alternativa popular que se planteó desde el Movimiento Bolivariano, quien como ya dijimos heredó la responsabilidad de proponer tanto una alternativa al neoliberalismo como al capitalismo rentista.

El nacimiento del Movimiento Bolivariano        

La primera parte de este escrito estuvo dedicado a bosquejar las dinámicas económicas y sociales que le dan ánimo y vida al alumbramiento del movimiento bolivariana. Parafraseando a Marx, al Movimiento Bolivariano le tocó enfrentar circunstancias que le habían sido legadas y afrontar desde allí la elaboración de tácticas, procederes, métodos y estrategias dirigidas a la toma del poder y a la trasformación total de la nación y la sociedad.

Al Movimiento Bolivariano, tanto a su ala civil como militar, le tocó nacer desde lo que Margarita López Maya y Luis Lander han definido como sociedad con fatiga de ajuste, entendiéndosepor esta a una sociedad que, por lo reiterado de los intentos fallidos por resolver una situación límite que la configuran, pierde la confianza en la capacidad de un determinado proyecto para superar la crisis que le aqueja.9

El Movimiento Bolivariano emergerá como muestra y resultado de esa configuración irresoluta, empujando y delineando un nuevo proyecto definido a través de la integración más amplia de la base popular, con la ambición de construir un nuevo consenso en torno a una alternativa al neoliberalismo. Con esto buscaba responder al anhelo de las grandes mayorías de ser sujeto y objeto de su historia10

Este proyecto surgió con la meta de afrontar las ya sabidas condiciones estructurales de concentración de propiedad, rigidez de la oferta, baja remuneración y estrangulamiento del consumo; más los problemas generados por las políticas de ajuste neoliberal de los años 80 y gran parte de los 90.

En materia de empleo, para el año 1998 más del 48% de la fuerza económicamente activa del país se encontraba en el sector informal de la economía y 11% se encontraban desempleada. El 5% más rico se apropiaba anualmente de más del 53% de la riqueza total y el 5% más pobre a penas, disfrutaba del 0.6% de la riqueza nacional, con más de 4.5 millones de hogares viviendo en la pobreza y con la pobreza extrema rondando el 27% de los hogares del país11

Pensamiento económico del proceso bolivariano balance y perspectiva12

  • Algunas aclaraciones previas

Antes de comenzar con el balance es necesario realizar algunas aclaratorias. Un balance económico no solo debe obedecer a los índices econométricos referidos a la macroeconomía y microeconomía. Particularmente como analistas de izquierda y específicamente como marxistas es importante verificar, por una parte, el impacto que los nuevos métodos o formas de reproducción social tienen sobre las diferentes clases y si estas medidas le otorgan la iniciativa política a una clase u otra.

En última instancia, datos como el producto interno bruto, el coeficiente Gini, tasas de inflación o de inversión, volatilidad del sistema crediticio, de la calificación de masa monetaria o la tasa de desocupación o empleo nos dicen poco sobre la volatilidad de la lucha de clases; lo que realmente informan sobre la salud del sistema liberal burgués, del régimen de propiedad y del nivel de explotación del trabajo asalariado.

Esto no quiere decir que los indicadores sean innecesarios para la valoración de las políticas económicas de un proceso revolucionario, sino que estos deben verse dentro de la totalidad de lo social, entendidos bajo las aspiraciones de cambio y transformación de la sociedad que da origen a dichos indicadores.

Es precisamente el pensamiento económico como totalidad lo que debe matizar el alcance y los logros que determinados indicadores señalan, de lo contrario la lectura y la reflexión económica se convierte en un ejercicio tecnócrata de valores funcionales al gran capital, alejadas de las reales necesidades del pueblo; en resumidas cuentas una economía puede mostrar indicadores “estables y prometedores” de cara a su crecimiento , pero eso no significa que gracias a dichos crecimiento se realicen los necesarios cambios estructurales que la economía amerita , ni que las grandes mayorías sociales vean reproducirse en sus cotidianidades esas sanas y prometedoras preceptivas.

De la Agenda Alternativa Bolivariana a la lucha por el gobierno.

El primer programa económico-político desarrollado por el Movimiento Bolivariano fue la Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) en el año 1996, la misma se presentaba como una ruptura fundamental frente al neoliberalismo, la internacionalización de los capitales, las medidas del Consenso de Washington y los planes de ajustes del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sus premisas podrían resumirse de la siguiente forma: entendimiento de lo económico y lo político como elementos integrales de una realidad totalizante y holística, donde “Las políticas macroeconómicas se subordinan a las políticas macrosociales, siendo consecuencias de estas y no causas”. Entendiendo que “la mejor política social es la que satisface las necesidades de la población” de la forma más digna y que permitan la consolidación de un futuro independiente y soberano para la totalidad del pueblo venezolano.

Para lograr lo anterior, la agenda establece 2 pautas que resolver, la pobreza y la desnacionalización. En el caso de la pobreza se establece como objetivo lograr la democratización de la economía por medio de una apertura del régimen de propiedad del aparato productivo, estableciendo un modelo de trabajo endógeno, desde adentro y por dentro, con miras al fortalecimiento del poder nacional, fortaleciendo el mercado interno frente al modelo globalizador de exportación extractivista.

Para combatir la desnacionalización, la agenda establece diseñar un Estado propietario, promotor y regulador de la actividad económica. Que coloca especial énfasis en la revisión de la política de internacionalización de la industria petrolera, teniendo como prioridad la disminución de los precios en la producción del barril del petróleo, la ampliación de su aporte fiscal y la reformulación de sus proyectos de inversión.

Para evitar que la carga del déficit fiscal cayera en los sectores más vulnerables de la sociedad, se establecía como estrategia el refinanciamiento de los servicios de la deuda externa, permitiendo ahorrar recursos de la nación y dirigirlos a las emergencias sociales existentes. Esto último en combinación con una política macroeconómica expansiva en la inversión productiva.

Como puede verificarse, el Movimiento Bolivariano desarrolló una estratégica programática en lo económico dirigida a combatir y revertir el proceso neoliberal ejecutado en Venezuela desde los años 80, cuyo mecanismo más adverso había sido la desnacionalización del aparato productivo.

Al mismo tiempo, al colocar especial énfasis en la democratización de la economía, revelaba una potencial disposición a problematizar la alta concentración de la propiedad dentro del aparato productivo venezolano, aunque sin cuestionar la propiedad privada instalada en el mismo. En tal sentido, si bien la AAB no resulta un programa revolucionario en el sentido tradicional del término13, sí representa un salto cualitativo con respecto el anterior entendimiento del problema económico-social venezolano.

Este primer programa económico se transforma en táctica de gobierno al ser recogido en el documento La propuesta de Hugo Chávez para transformar a Venezuela: Una revolución democrática de 1999. Allí se desarrolla con mayor profundidad parte de lo establecido en la AAB.

Cabe resaltar dos elementos en dicho documento. El primero es la vinculación entre la transformación económica y el proceso constituyente, reforzando en tal sentido la idea del pacto social como forma de dirimir el conflicto económico; por otra, la economía humanista, autogestionaria y competitiva era definida como la auspiciadora fundamental del proceso de cambio.

Todo esto con el objetivo de “desarrollar un modelo económico que permita la producción global de la riqueza y la justicia de su disfrute”, poniendo especial énfasis en el ordenamiento de las fuerzas productivas y la participación del pueblo en la riqueza social, mas no en la propiedad de los medios de producción. Esta perspectiva refuerza las aspiraciones reformistas de este primer periodo del proceso bolivariano.

La constitución y el nuevo marco económico

El proceso constituyente llevado a cabo durante el año 1999 tenía por objeto satisfacer las aspiraciones de los grandes sectores sociales del país que se habían mantenido movilizados en torno a la agenda de los pueblos14, agenda que podría resumirse en las aspiraciones antineoliberales que se esgrimían en las protestas de los años 90 y que terminarían siendo parte del debate constitucional. Estas reivindicaciones giraban en torno a la protección del salario, la protección de los derechos humanos, la formalización de los derechos económicos y las garantías de acceso a la salud y la educación para los sectores de menores ingresos.

Dentro de estos debates constituyentes se encontraban en diputa también la agenda de los sectores empresariales que esperaban un mayor reconocimiento por parte del Estado junto a mejores instrumentos para mejorar sus niveles de ingreso y ganancia. Sin embargo, los empresarios se encontraban divididos con respecto al nuevo marco de derecho. Dentro de los sectores no-monopolistas existía un consenso respecto a la necesidad de constituir un sistema proteccionista frente a los procesos de globalización, junto a mecanismos que permitieran equilibrios económicos, presupuestarios y financieros por parte del Estado para fortalecer el desarrollo del sector empresarial.15

Los sectores monopolistas, por otro lado, exigían menor regulación y mayor apertura, pero con mecanismos de rescate gubernamental que resguardaran las inversiones nacionales e internacionales, con un especial interés en la privatización de sectores claves de la industria petrolera.16

El marco ideológico del consenso constituyente en materia económica se concebía, por lo tanto, como un keynesianismo que bajo un movimiento pendular se acercaba más a su variable de izquierda o de derecha dependiendo de su punto de enunciación (popular o empresarial). Incluso en variadas ocasiones estaban imbricados el uno en el otro.

En consecuencia, para analizar la propia Constitución y sus posibilidades se debe tener claro que su redacción obedece a una relación de fuerza entre clases dentro y bajo las condiciones objetivas que significaron la emergencia del agotamiento (desde los años 80) del modelo económico y político de acumulación. Este primer esfuerzo por parte del Proceso Bolivariano de crear un nuevo marco de acción política se formulaba bajo la necesidad de reorganizar una nueva estructura de acción y participación política, rescatando la figura del Estado burgués liberal, pero vinculando en el seno mismo a las clases populares como referente de la acción política, diseñando una serie de palancas que permitirían a estos sectores hacer presión y forzar acciones dentro de la estructura política nacional.

Un repaso al interior de la constitución 

El marco económico presente en la Constitución puede entenderse analizando el Título VI de la misma. Esta sección se refiere al sistema socioeconómico que rige la conducta económica de la nación, entendiéndose este último como un sistema complementario entre la iniciativa privada y el Estado, bajo el principio de libre competencia y seguridad jurídica (Art 229) con un Estado proteccionista que utilizaría su monopolio comercial para defender a las empresas públicas y privadas frente a la competencia extranjera (Art 301).

El equilibrio fiscal sería el centro y fundamento de la gestión macroeconómica (Art 311) basado en el principio de promoción y defensa de la estabilidad económica, evitando a toda costa la vulnerabilidad de la misma, velando por la estabilidad de la moneda y los precios, asegurando con ello el bienestar social. (Art 320).

También se ratifica la defensa de la propiedad privada, dejando prácticamente intacto lo dispuesto en la constitución de 1961 (Art 99 y Art 101) aunque valorando su vigor a partir del interés social (Art 115) lo cual permite, sin embargo, un mayor campo de posibilidad para tensionarla.

Establece como ilícitos económicos la especulación, el acaparamiento, la usura y la cartelización (Art 114) obligando al Estado a ejercer un rol activo frente a dichos flagelos, marcando una diferencia cuantitativa con lo dispuesto en la constitución de 1961, donde el Estado fungía como un regulador pasivo sobre dichas actividades (Art 96).

De igual manera, el latifundismo es considerado contrario al interés social, al igual que en la constitución de 1961 (Art 105). Sin embargo la nueva jurisprudencia complementa lo anterior estableciendo, por una parte, el derecho de los campesinos y productores agrícolas a la propiedad sobre la tierra y por otro la responsabilidad del Estado en la creación de fondos de financiamiento que promuevan la competitividad y productividad del sector agrícola (Art 307).

Es meritorio resaltar la diferencia que se establece en ambas constituciones en lo referente al salario mínimo. Mientras que en la anterior ordenanza se establece simplemente la responsabilidad del Estado en la creación de los medios conducentes a la obtención de un salario justo (Art 87), en el nuevo orden jurídico se establece como fuerza de ley el derecho a un salario suficiente para el trabajador o trabajadora que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales (Art 91) quedando el Estado obligado a desarrollar la ejecución de tal derecho.

También se define el trabajo como un hecho social en contraposición a la anterior noción exclusivamente comercial, quedando el Estado obligado a establecer garantías firmes en cuanto a la progresividad de los derechos y beneficios laborales (Art 88).

Complementando lo anterior, la carta magna establece un marco de responsabilidad del Estado frente al derecho a la cantidad y calidad del consumo (Art 117). Este mecanismo, también inexistente en la anterior constitución, desarrolla una tensión entre la iniciativa económica del Estado en dignificar el consumo y la contracción natural de la oferta privada doméstica.

Todo lo dispuesto con anterioridad, tanto los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, de los campesinos y las campesinas y de los consumidores deben matizarse y entenderse apalancados en el principio de progresividad de los derechos (Art 19) siendo esta normativa transversal a toda la Constitución, dotándola de nódulos de tensiones interclasistas permanentes.

La nueva constitución y la Quinta República nacen de la necesidad de reconstituir las estructuras políticas que habían sido profundamente erosionadas por el periodo neoliberal17, convocando a los sectores populares tradicionalmente apartados y al conjunto de la pequeña burguesía en bancarrota tras el proceso de desregulación financiera y comercial de los años 90. Junto a este bloque se consideraba posible una alianza con la gran burguesía nacionalista, utilizando el Estado como aparato regulador de una económica naciente fortalecida y diversificada.

La aspiración principal era regularizar una economía profundamente afectada por el proceso neoliberal, formulando convenios interclasistas, donde los derechos de los trabajadores y las trabajadoras sirvieran como herramienta para alimentar las luchas contra la desmesurada explotación del patrón, pero en el marco de un reconocimiento y protección formal de la propiedad privada y de un protagonismo del sector privado dentro de la economía nacional.

Este marco se consolidaba formalmente en un Estado que garantizaba la estabilidad social y al mismo tiempo protegía el beneficio de los sectores empresariales, alineándose formal e ideológicamente con los objetivos de la llamada “Tercera Vía”18 con aspiraciones de alto contenido socialdemócrata y reformista, fruto de las coyunturales alianzas con los sectores tradicionales de la política venezolana.19

Cumpliendo con estos principios, el equilibrio fiscal y el orden monetario se convertían en las principales labores financieras del Estado. Al mismo tiempo, una alta gama de derechos sociales pasaba a regirse bajo su garantía, lo cual generaba una contradicción con las aspiraciones fiscales de los sectores más conservadores de la ortodoxia económica del momento.20

Desde esta temprana etapa quedó en evidencia un elemento que atravesaría el interior de la Revolución Bolivariana y que se convertiría en un mecanismo que socavaría sus aspiraciones de cambio económico. Al ser una revolución desarrollada al interior y desde el régimen del Estado liberal burgués se fomentó una tendencia a subsumir la lucha política al marco del derecho formal, olvidado que este último carecía de autonomía respecto a la base económica hegemónica.21

El campo popular tardaría cierto tiempo en reconocer el nuevo tablero político que surgiría tras la nueva constitución. En algunos casos por la ingenuidad o por algunos análisis errados del momento, se pensó que la revolución se enmarcaría en una revolución democrática y que solo con eso bastaría para cambiar la realidad económica desigual que persistía en el país.

Sin embargo, lo que el tiempo demostraría, parafraseando a Marx, era que las conquistas que los sectores populares habían logrado en la política institucional abrirían el terreno para su emancipación por medio de la lucha revolucionaria, pero no, ni mucho menos, quedaba saldada solo con la conquista institucional la emancipación misma.

Faltarían algunos procesos que agudizaron las contradicciones del marco político social y obligarían a la conservadora revolución democrática a convertirse dialécticamente en una democracia revolucionaria volcada a la igualdad económica.

Las dos inconsistencias expuestas arriba, tanto las técnicamente económicas alrededor del orden fiscal como la estrictamente institucional, manifestaron su tensión de forma estridente tan solo 2 años después de la llegada al poder de la Revolución Bolivariana durante la crisis política que se extendería desde finales del 2001 hasta mediados del 2004. Esas tensiones darían lugar a una nueva periodización en el Proceso Bolivariano que analizaremos en una próxima entrega.


Referencias

1 Asdrúbal Baptista. Teoría Económica del Capitalismo Rentístico. Caracas: Editorial del Banco Central de Venezuela (BCV), 2010, P. 230.

2 Héctor Malavé Mata. Formación Histórica del Antidesarrollo en Venezuela En Domingo Felipe Maza Zavala (coord.). Venezuela crecimiento sin desarrollo, México: Editorial Nuestro Tiempo, 1974, p. 113-142.

3 Orlando Araujo. La Industrialización de Venezuela En Domingo Felipe Maza Zavala (coord.) Ob. cit. P. 243-245.

4 Asdrúbal Baptista. Ob. cit. P.152-156.

5 Asdrúbal Baptista. Ob. cit. P.160-167.

6 Resulta interesante verificar la forma en que Baptista se refiere al de tasa de cambio como mecanismo de distribución de la renta, definiéndola como “pacífica y popular” como se nota que su teoría carece de la concepción de lucha de clases, de haber tenido esta claridad seguramente viese previsto la guerra económica. Fin lógico de la disputa de renta que su teoría describe.

7 Asdrúbal Baptista. Ob. Cit. P.180.

8 Aunque el profesor Asdrúbal le achacaba el colapso del capitalismo rentista a la incapacidad que poseía esta configuración del capitalismo para “el libre movimiento del capital” y por ende su real florecimiento, creemos que fue al contrario por el libre movimiento del capital el rentismo es colapsado.

9Margarita López Maya y Luis Lander en Emir Sader (coord.) El Ajuste Estructural en América Latina Costos Sociales y Alternativas, Buenos Aires: CLACSO, 2001, p. 232.

10 https://tatuytv.org/opinion-el-pueblo-se-hizo-chavez/

11 Margarita López Maya y Luis Lander en Emir Sader (coord.) Ob. cit. p.240-247.

12 [4] Existe un gran número de investigaciones, ensayos y libros sobre esta temática, mencionaremos acá las más sistemáticas, por el lado de la derecha sobresalen: los libros El Legado de Chávez Un análisis de la economía venezolana y sus posibilidades del economista José Guerra (2013), el Discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Ruth de Krivoy disponible en https://www.turimiquire.net/2021/03/13/ruth-de-krivoy-discurso-de-incorporacion-a-la-academia-nacional-de-ciencias-economicas/ (2021), Escasez y pobreza en el socialismo bolivariano libro del también economista Héctor Silva Michelena (2016).

Por el lado de la oposición de izquierdas tenemos: El suicidio de la Izquierda, conversaciones con Domingo Alberto Rangel de Ramón Hernández (2010), Un Disidente Impenitente (2013) de Domingo Felipe Maza Zavala. Podría incluirse acá, con más de una objeción, el prólogo a la edición publicada en el 2010 de la Teoría Económica del Capitalismo Rentístico de Asdrúbal Baptista titulado Después del capitalismo rentístico de igual forma, Recursos Naturales y Globalización: Petróleo y Venezuela como ejemplos de Bernard Mommer (2021).

Finalmente, desde la izquierda oficialista y crítica caben menciones: los libros de Pasqualina Curcio, tanto La Mano Visible del Mercado (2017) también La Economía Venezolana Cuentos y Verdades (2020), Escritos desde la Guerra Económica (2014) del sociólogo Luis Salas Rodríguez y Del Rentismo al socialismo Comunal Bolivariano (2019) de Mario Sanoja Obediente y Iraida Vargas Arenas.

También existen textos oficiales donde se realizan estudios al respecto, en esta línea resaltan De la inclusión social a la Venezuela productiva Bolivariana (2012) del exministro Jorge Giordani, otros que intentan reconstruir la posición de Chávez respecto a la económica desde sus propios discurso, el mejor ejercicio en este aspecto es Hugo Chávez y la Venezuela Potencia, Ideas y Discursos sobre el desarrollo económico (2021) publicado por el Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías.

Finalmente, los ensayos postulados desde la Izquierda internacional en los que sobresale: La Revolución Bolivariana, Un Análisis marxista de Allan Woods, El Pensamiento Económico de Hugo Chávez del economista español Alfredo Serrano Mancilla, el ensayo de Slavoj Žižek titulado Venezuela y la necesidad de un nuevo Cliché de su libro Una Izquierda que se atreve a Pronunciar su Nombre (2020) y el ensayo de Julia Buxton Venezuela After Chávez (2016).

13 Entendemos por programa revolucionario, uno en el cual se reconozca no solo la existencia de una distribución desigual de la riqueza, sino también la existencia de clases expropiadoras y expropiadas, su inherente conflictiva y la imposibilidad de resolver este conflicto fuera de la lógica de clases. Sobre esto recordemos un pasaje de lo que fue el primer borrador de la declaración programática del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, refiriéndose en aquel momento al régimen basado en la propiedad estatal, cooperativa y privada “Como es natural, ese sistema tendría momentos de tensión máxima y de distensión que no serían placenteros hasta que el sistema legue a consolidarse. Pero el carácter tripartito de la economía es ineludible en el panorama internacional de hoy” Hugo Chávez, Domingo Rangel, Pedro Duno, Manuel Vadell Ob. cit. p 85.

14 Margarita López Maya y Luis Lander en Emir Sader (coord.) Ob. cit. p.248-252

15 Héctor Valencillos. Globalización y Crisis Nacional, crónicas de la degradación del país, Caracas: Facultad de Ciencias Económicas y Sociales UCV,2001, p.349-350

16 Los sectores más neoliberales planteaban superar el restimo petrolero al ir de la autonomía económica del Estado terrateniente dentro del cuerpo social, derivada de la captación de un ingreso proveniente del mercado mundial gracias al petróleo. A la dependencia del Estado con respecto a los ingresos producidos por el cuerpo económico de la sociedad por medio de la “expropiación” del petróleo por parte de los privados, impulsando con esto, según suponían ellos, el desarrollo de capitalista competitivo en Venezuela.

17 El propio Chávez comentó tan tempranamente en 2001 refiriéndose a la Constitución que “[…] esta es una Constitución antineoliberal, no es radical como algunos quisieran… Creo que esta constitución es ideal para el momento que estamos viviendo y para el siglo XXI que está comenzando” Hugo Chávez y la Venezuela Potencia, ideas y discursos sobre el desarrollo económico, Caracas: Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías, p 63-64.

18Iñaki Gil de San Vicente define muy acertadamente la tercera vía como “la manera en cómo una parte considerable de la socialdemocracia cumple la función… de facilitar el beneficio capitalista”. Iñaki Gil de San Vicente. Pensar y Practicar El Marxismo, España: BOLTXE Liburuak, 2019, p.151.

19 https://www.youtube.com/watch?v=Bh-QfBUK91g

20 Salta a la vista en este punto las polémicas y reclamaciones al respecto que Felipe Fernando Candelario Pérez Martí, ministro de planificación del gobierno durante el 2002 generadas alrededor de los equilibrios fiscales.

21 Sobre este punto es amplia la polémica que se podría desarrollar, pero cabe recomendar el texto de Miguel Eduardo Cárdenas Rivera. Justicia y Neoliberalismo, un estudio sobre la relación derecho y economía, Bogotá: Ediciones Antropos, 2004.

Fuente: TatuyTV 

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