Juicio contra EEUU por la guerra del terror y la persecución de Assange

Por Lourdes Gómez.RT. Sputnik. Políticos, abogados, intelectuales y otros profesionales testificaron contra EEUU y Reino Unido por perseguir a Julian Assange desde que WikiLeaks desvelara documentos oficiales sobre matanzas de civiles y otras graves violaciones en una sesión del Tribunal de Belmarsh, que se celebró en Londres este viernes 22.

Edward Snowden se sumó a la investigación por conexión remota desde Moscú. El exanalista estadounidense justificó su masiva filtración, en 2013, de documentos secretos en el «derecho a conocer lo que nos hacen y lo que nuestros gobiernos hacen en nuestro nombre».
El filtrador, que encontró refugio en Rusia, describió al australiano como «acérrimo defensor de la causa» e instó al público a «defender los derechos» del fundador de WikiLeaks. «Estamos presenciando el asesinato…. no solo de un ser humano, sino del interés público», denunció Snowden.

Muerte lenta

Yanis Varoufakis, exministro griego de Finanzas, coincidió en que intentan «matar lentamente a Julian y a otros filtradores» menos conocidos por desvelar «crímenes contra la humanidad perpetrados por nuestros líderes».
El tribunal pretende dar la vuelta a la situación y sentar en el banquillo de acusados a la administración estadounidense y a gobiernos, como el del Reino Unido, que actúan con aparente complicidad en el proceso abierto contra Assange.
La iniciativa, que ha impulsado la Internacional Progresista, se inspira en el influyente tribunal popular contra EEUU, que auspiciaron el escritor francés Jean Paul Sartre y el filósofo británico Bertrand Russell y contó con la colaboración de intelectuales y expertos de 18 países. Investigaron crímenes contra la humanidad y violaciones de derechos humanos cometidos durante la guerra de Vietnam en dos sesiones celebradas en Estocolmo y Copenhague, en 1966 y 1967.

Nexo histórico

El escritor e intelectual Tariq Ali es el lazo de conexión entre ambas experiencias. Formó parte del tribunal original – «EEUU se negó a declarar», recordó este viernes– y abrió los testimonios orales en Church House, el histórico edificio de Westminster que alojó al Parlamento británico durante la Segunda Guerra Mundial y fue sede de la reunión inaugural del Consejo de Seguridad de la ONU. «Julian expuso la llamada guerra contra el terror… debería ser un héroe, no un imputado de EEUU», dijo al tiempo que criticó la «brutalidad legal y judicial» que sufre el co-fundador de WikiLeaks.
El tribunal de Belmarsh ha adoptado el nombre de la cárcel de máxima seguridad de Londres donde Assange está retenido desde hace dos años y medio. Ganó en enero la primera batalla judicial contra la petición de extradición emitida por la administración de Donald Trump, aunque le fue denegada la libertad cautelar. El presidente Joe Biden siguió adelante con el recurso de apelación y el juicio está listado para la semana próxima.

Eslabón débil

«Julian era un objetivo fácil», declaró Ewen MacAskill, periodista escocés. Corresponsal de Defensa e Inteligencia del diario The Guardian hasta 2018, narró cómo recibió de Snowden «un lápiz de memoria con miles documentos» en una tarea periodista similar a la que Assange desempeñó al obtener de Chelsea Manning archivos sobre Afganistán e Irak, cables diplomáticos e informes de los presos de Guantánamo, entre otros papeles secretos. «Deberían premiarle por su coraje, pero le acusan de algo no diferente a lo que yo hice con Snowden», subrayó el reconocido reportero.
Varios testigos recordaron que El País, Le Monde, The New York Times y Der Spielberg, entre otros medios establecidos, publicaron la información confidencial que Manning filtró a WikiLeaks y ninguno de sus editores ha sido procesado.

«Su crimen es decir la verdad, exponiendo las atrocidades de la guerra del terror y la brutalidad del capitalismo. Si permitimos que le extraditen, nuestras libertades fundamentales que creíamos aseguradas estarían en peligro», advirtió el diputado laborista John McDonnell.

Complicidad británica

Para el parlamentario de izquierdas, el «Gobierno británico es cómplice en la persecución de Assange», que supone una «mancha en la historia» del Reino Unido como defensor de los derechos humanos y la libertad de prensa.
A su vez, el abogado de Snowden, Ben Wizner, alertó sobre el «precedente peligroso» que la extradición del exdirector de WikiLeaks sentaría en el resto del mundo. Se perdería la base ética para negar la entrega de un periodista a cualquier país que lo reclame por publicar datos protegidos como secretos de Estado.
Stella Moris, abogada y pareja de Assange, explicó que «Julian está conteniendo la ola de autoritarismo» en una fase en que están «menoscabando nuestras libertades». «Podemos ganar si nos unimos en defensa de los derechos de Julian, que son nuestros derechos», dijo ante la veintena de miembros del Tribunal de Belmarsh, incluidos el anterior presidente de Ecuador, Rafel Correo, y el ex líder laborista británicos, Jeremy Corbyn, que siguieron la vista en persona o por conexión digital.

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