Los enfrentamientos geopolíticos llegan a TikTok: ¿se avecina un nuevo orden cultural?

Ociel Alí López

La ofensiva que están llevando a cabo los Gobiernos de Occidente contra la red social TikTok desnuda el mundo que hoy se está construyendo (o deconstruyendo) y no debe verse únicamente como un acto táctico y defensivo por parte de Washington y sus aliados.

Es lógico que los centros de poder se preocupen por el manejo de información que cualquier aplicación tecnológica pueda poseer, y resulta obvio que la empresa china ByteDance, desarrolladora de TikTok, está manejando una catarata de datosde una cantidad creciente de la población mundial.

Sin embargo, el bloqueo al desplazamiento de TikTok representa mucho más que un problema de uso estratégico de información y puede responder también al desarrollo geocultural de los nuevos tiempos.   

Washington y el juego de las redes sociales

La semana pasada, varios países occidentales tomaron, al unísono, una clara postura en relación a TikTok.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, lo expresó de esta manera:»Hemos decidido que para el personal y el equipamiento del Gobierno no haya acceso a TikTok debido a las dudas de seguridad. Esto puede ser el primer paso y puede ser el único paso que demos, pero en cada paso nos aseguraremos de proteger a los canadienses».

El bloqueo al desplazamiento de TikTok representa mucho más que un problema de uso estratégico de información y puede responder también al desarrollo geocultural de los nuevos tiempos.

La misma semana, las 27 naciones de la Unión Europea, en bloque, fijaron el 15 de marzo como fecha límite a sus funcionarios para desinstalar la aplicación de los teléfonos corporativos y de los móviles personales conectados a la red móvil oficial.

Desde finales de febrero, la Casa Blancaanunció que sus agencias federales tenían 30 días para eliminar la plataforma de todos los dispositivos, y sus contratistas contaban con 90 días para hacerlo.

El argumento central de Occidente se relaciona con el posible espionaje que favorecería al Gobierno chino, lo que para ellos luce peligroso en momentos en que las tensiones geopolíticas se elevan de manera exponencial.

No obstante, la medida tiene implicaciones más profundas que van a redibujar el mapa geocultural actual.

El poder de TikTok

A raíz de la pandemia, la red social china TikTok se convirtió en el coloso de las redes sociales.

En 2022, el número de usuarios de la red aumentó un 45 % a escala mundial, convirtiéndose en la red con mayor crecimiento de los últimos años. Mientras tanto, otras redes sufren un estancamiento en relación a la cantidad de usuarios.

El portal de estadísticas Statista considera que el crecimiento de TikTok es «meteórico» y su cantidad de usuarios solo es sobrepasado por Facebook (calificado en Rusia como organización extremista), una red que viene recalentando su progresión, con claros signos de agotamiento.

Según datos de ByteDance, TikTok cuenta en el mundo con más de 1.050 millones de usuarios activos por mes. Solo en EE.UU, la red social tiene 140,6 millones de usuarios activos. La Unión Europea estima que más de 125 millones de personas utilizan mensualmente TikTok en su territorio.

Pero es en el sector de jóvenes y adolescentes donde el favoritismo de la TikTok se impone.

Una empresa china está disputando un terreno que se creía monopolizado por la industria cultural y sus «derivados en red» de Occidente, mientras China se limitaba a desarrollar la producción material.

El año pasado, el vicepresidente sénior de Google, Prabhakar Raghavan, reconocióque los jóvenes de 18 a 24 años están utilizando cada vez más TikTok como buscador y que la empresa para la que trabaja está perdiendo terreno contra la compañía china.

Según Reuters, TikTok tuvo ingresos por 58 billones de dólares en 2021.

Esto significa que una empresa china está disputando un terreno que se creía monopolizado por la industria cultural y sus «derivados en red» de Occidente, mientras China se limitaba a desarrollar la producción material.

TikTok ha supuesto un cambio de este paisaje, sobre todo al ganar favoritismo entre los jóvenes del mundo, lo que ha llevado a Washington a tomar decisiones aceleradas para frenarle.

La censura a una red social de entretenimiento supone la instauración de un mundo cuya tendencia no se dirige a la mundialización y liberalización, sino al bloqueo y obstaculización del intercambio cultural global.

Dichas decisiones avanzan para cercenar la producción y distribución de contenidos de cientos de millones de jóvenes, que la consideran como el escenario privilegiado de intercambio cultural y simbólico.

Y esta censura a una red social de entretenimiento y contenidos relajados, supone a su vez la instauración de un mundo cuya tendencia no se dirige a la mundialización y liberalización, sino al bloqueo y obstaculización del intercambio cultural global.

Al final, estas decisiones obedecen más al regreso a una suerte de ‘Guerra Fría’ que divida al mundo por medio de un gran muro cultural, que al desarrollo de la libertad de información y comercio, los postulados con los que Occidente impuso la globalización.

Una jugada inversa a la ‘McDonalización’ del mundo 

Eso que desde los años 90 llamamos globalización, para definir la mundialización liberal del comercio y la cultura, es lo que en 2023 está en serio riesgo, ya que si bien logró un mundo interconectado y relativamente equilibrado, también supuso unas condiciones que terminaron favoreciendo a China y a países no tan cercanos a Washington, en detrimento de la unipolaridad estadounidense.

La estabilidad comercial imperante que se ha vertebrado en este siglo se ha convertido en una condición favorable para que China se proyecte como potencia económica ante EE.UU. y para que Rusia se convierta en el proveedor natural del combustible de Europa, que comenzó hace años a voltear la vista hacia el este.

Con medidas como la obstaculización del libre flujo de TikTok, entre otras, se restringe la integración cultural y comienzan a proliferar los muros, las sanciones y los bloqueos, no solo económicos, sino culturales. Como medida, lleva el mismo sentido que el sabotaje al Nord Stream: dividir al mundo nuevamente.

Si el clímax de la globalización ocurrió con la llegada a Moscú y Pekín de McDonald’s, una empresa emblemática del ‘american lifestyle’ (estilo de vida norteamericano), entonces lo primero que hace la empresa de hamburguesas, apenas iniciado el conflicto en Ucrania, es retirarse de Rusia.

Atrás quedó la «victoria de Occidente» representada por la «invasión» de McDonald’s al «oriente comunista». Ahora ha preferido retirarse.

Ya no es la cultura occidental la que trata de ocupar Oriente, sino la que se repliega de éste. Es como una jugada inversa a la histórica caída del muro de Berlín.

Es una jugada estratégica, solo que defensiva, porque Occidente ya no busca tomar nuevos territorios y recursos, sino obstaculizar el libre funcionamiento de sus adversarios.

Esto acelera un cambio de época que aún no tiene nombre, pero que se caracteriza por una tendencia a la desglobalización; una vez que bajo los procesos de mundialización, EE.UU. va perdiendo territorio cultural y económico.

Los enfrentamientos geopolíticos han llegado a las redes para quedarse y el mundo se prepara para otro orden cultural.

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